Los inicios del cortacésped
Antes de la invención del cortacésped era necesaria la intervención de múltiples jardineros que, provistos de sus guadañas avanzaban en filas. Detrás de ellos, las mujeres y los niños recogían la hierba segada. Sí, has leído bien, niños, pero ten en cuenta que hablamos de épocas anteriores a los primeros años del siglo XIX
Esta ardua tarea cambió en el verano de 1830 cuando Edwin Budding, ingeniero natural de Gloucester, patentó el primer modelo de segadora.
Sus primeras unidades vendidas fueron al zoo de Londres y a la universidad de Oxford. En la década de los 40, su socio industrial John Ferrabee, ya vendía 1000 unidades por año.
En 1842, James Shanks, que había diseñado variantes cobre el modelo inicial, patentó su propia propuesta en Escocia. Las cortadoras de Shanks pronto adquirieron notoriedad.
Comienzan las mejoras
Con posterioridad, en la década de los 50, se patentaron diversas mejoras al diseño de Budding, destacando la contribución de Thomas Green, que registró la primera cortadora con mecanismo de cadenas.
Cada vez más compañías se interesaban por esos primitivos cortacéspedes y muchas fueron las mejoras que se implementaron, pero no fue hasta 1893 cuando se dio un salto crucial, en lugar de utilizar la fuerza humana o de equinos para tirar de las cortadoras, se instalaron pequeños motores propulsados a vapor generado mediante la combustión de parafina.
En 1902 Thomas Green desarrolló su motor de vapor a partir de gasolina, preferido frente al carbón porque ardía con más rapidez. En 1906 se patentó el primer cortacésped propulsado con este combustible.
Tras la primera Guerra Mundial, nuevos competidores surgieron en la industria de las cortadoras y muchas fueron las mejoras y las patentes emitidas. En 1926 un nuevo desarrollo vio la luz, el primer cortacésped propulsado por electricidad.
Un gran avance del cortacésped
En 1933 se produjo el que con seguridad fue el mayor avance desde la invención de la primera máquina por Budding. Se trató de una máquina rotativa con cuchillas en forma de gancho que creaban un vacío que hacía elevarse la hierba segada y recogerla en un depósito. En este momento las segadoras comenzaron a parecerse a lo que conocemos en la actualidad, unas máquinas que además de cortar la hierba la recogen en un cesto.
Con el tiempo los cortacéspedes han evolucionado a la par que la tecnología, favoreciéndose de innumerables mejoras en el campo de los motores de combustión, materiales y los propios procesos de fabricación de piecerío.
Una innovación más allá del cortacésped motorizado, donde es preciso que un usuario empuje la máquina a pie, o al menos la siga, son los tractores cortacésped, aunque como puedes apreciar en la foto anterior, el que el operario fuera, de alguna manera, montado sobre la segadora, no es un concepto completamente nuevo.
La última innovación que ya vemos en nuestros jardines son los robots cortacésped, donde la intervención humana ya no es necesaria salvo para la configuración del aparato que, una vez programado, es capaz de segar una superficie acotada sin salirse del perímetro. Como ves, la automatización cada vez está más presente en nuestras vidas y ha venido para quedarse en nuestros jardines.
El futuro en cortadores de césped
El futuro ya está aquí. Todos los adelantos de la industria en cuanto a motores, materiales, procesos, seguridad, ergonomía…se aplican en la mejora de los modelos de cortadoras de césped para el cuidado de tu jardín.
Si Budding viera ahora los modernos cortacéspedes que siegan nuestras praderas, podría estar muy orgulloso de su gran contribución al cuidado de la naturaleza. Con seguridad se enamoraría de los modelos de estas marcas:
Ingeniero mecánico de profesión y jardinero por afición, no hay máquina de jardín que se le resista. Todos los trucos aprendidos durante años a tu disposición en esta web.